

* Va a perder parte de la cosecha porque se va a retrasar todo: el arado, la siembra… La razón os podéis imaginar cuál es: el estado de alarma.
Sí, sí, nos piden que trabajemos la tierra, que adelante con la ganadería… Pero tenemos los movimientos totalmente restringidos y se hace difícil llegar a las semillas, los planteles, los abonos… Los jornaleros que sostienen la agricultura familiar tienen miedo a moverse. No hay salvoconducto para ellos, que trabajan en negro.
Ahora resulta que nos damos todes cuenta del tinglao que tenemos montado en las cadenas de producción, también, de alimentos. No somos autosuficientes para abastecernos de mascarillas, y tampoco de frutas y hortalizas.
Pero aún vamos al super y hay prácticamente de todo: huevos, carne, pescado, quesos, tomates, plátanos de canarias… ¿Alguien se ha preguntado cómo es una cuarentena en el campo?
Yo solo os digo que gozo de mucha libertad, pero no escapamos a la inquietud colectiva.
Un apunte final: hoy he cogido un huevo de debajo de una gallina que estaba poniendo otro. Estaba meado, no sé si por ella o por una rata, que tengo una plaga que ni el coronavirus… Lo he cogido sin guantes y no lo he lavado, porque los sabios de la tierra me han dicho que puede cascarse. Y nada, pues he pensado que qué ingenuamente cocía yo antes los huevos con la pasta, todos juntos. Y que ahora que todo el mundo anda desinfectando todos los productos que trae del súper, las manos… ¿Os habéis preguntado qué estáis comiendo? Es solo para que no se nos vaya la olla, pero, sobre todo, para que estas reflexiones se queden y terminen por apoyar a les pequeñes productores agroecológiques. Porque meado o no, yo sé que el huevo lo han puesto mis gallinas, a las que doy de comer yo misma, de la misma comida que se roba la rata que probablemente me lo ha orinado…
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