… mi calendario
El que me indica cuál es el mejor momento para ser audaz y experimentar en el aula o el amor, o subirme a un escenario a contar cuentos eróticos.
El que me aconseja cuándo viajar o cuándo es mejor quedarme en casa.
El que me susurra al oído: demasiados actividades esa semana, nena: recuerda que estarás premenstruando…
El que observa las lunas, como mi alma mora.
… mi medicina, o mi doctora de cabecera
Pero una doctora rebelde, que tras años de doparme, anularme, silenciarme… se declaró objetora, insumisa, y ahora me invita a vivir mis ciclos naturales y a sanarme a través de ellos.
Esa misma que me prepara un agüita de caléndula para el dolor menstrual, mientras mete el saquito de semillas aromáticas en el horno.
La que me ayuda a planificar mi dieta en función de mis ciclos. Hace años que me privé de harinas, azúcares y lácteos durante la premen y la fase menstrual, y chau a la maldita cándida.
Aquella que, además de nutrirme, me compra braguitas de algodón, compresas de tela e incluso ese maravilloso artilugio que revolucionó el cuello de mi útero y hasta mi arte: ¡la copa menstrual!

… mi psicoterapeuta
La que cuida de mi coquito junto a las anteriores, mostrándome cómo respetar y hacer respetar mis tiempos, cómo ponerme a mí y a mi salud por delante de todo(s) lo(s) demás.
Esa que me ayuda a perdonarme, cuando algunas arquetipas que me habitan me impiden gestionar mis emociones airosamente.
Aquella que me presentó a mi niña interior y me enseñó a maternarla.
La que me anima a mirar atrás, para comprenderme y felicitarme; a mirar hacia delante, para proyectarme navegando mi propio barco; y a mirarme los pies en el presente, las manos firmemente agarradas al timón, mi timón.

… mi guía espiritual
La que me recuerda que, como cuerpo cíclico, formo parte de la naturaleza, de un todo.
Según el día, le llama cosmos o pachamama o internacionalismo, pero las palabras le dan igual, en el fondo.
Ella habla todas las lenguas y ninguna al mismo tiempo. Habla la lengua del jaguar y la del río, la lengua de la vecina que emigró de un país lejano y la del vecino trans que también menstrúa.
Es la puerta que se abre a la empatía y el cuchillo que se hunde en mis carnes en cada duelo. Y es la pluma que empuño como un fusil para despertar a mi pueblo, ese gran útero medicalizado.

PARA MÍ LA MENSTRUACIÓN ES…
… MI BRÚJULA
NOTA DE LA AUTORA Este texto nace como tarea de nuestra profesora Ziortza Karranza, en el marco de la formación de Monitores de Educación Sexual y Orientación Familiar (Escuela de Sexología Gurenduz). Todas las ilustraciones son propias. Las primeras tres, creadas especialmente para este texto con lápices de colores. Para la tercera de los ovarios, me he inspirado en una ilustración de Maria Hesse, de su maravilloso libro El placer. Y la última es de julio de 2019, cuando ilustré un manifiesto mío que aún no he publicado, pero que se titula Animal, vegetal, mineral. Es arte menstrual y simboliza mi despertar tras descubrir la cosmovisión mapuce (se lee /mapuche/, pueblo originario del sur de los Andes). Lo realicé con mi primera sangre tras regresar de mi viaje por aquellas tierras ancestrales. Cuentan que las maci /machi/, autoridades médicas y espirituales del pueblo mapuce, decoraban sus kultrunes (tambores) con su menarquia.
Alba Algarabia
Bakio. 31.03.20