Frida maitea Hay un llanto que se impone No sé de dónde viene pero puja empuja en el pecho rebalsa las cuencas de los ojos que brillan pero yo no brillo yo me oscurezco sombras antiguas me empequeñezco Y es un llanto querida Frida que viene a deshoras No hay premen esta vez a la que responsabilizar de todo Ovulando con todo el power que se esfumó con el cervix de ayer por la taza del váter Pero no se esfumó ningún sueño todavía Lloro desahuciada pero la casa ya es tangible Una rukita o al menos un cuarto para llorar reír gozar mutar dudar transitar retratar crear quebrarse abrazarme liberar convocar construir volver a comenzar caminar con fuerza recuperar territorio interior la lucidez para elegir decidir no lamentar no extrañar no culpar Llanto mío eres viejo y nuevo todavía tienes muchas cosas que contarme Aguanta un poco Ya falta poco para llegar a una casa una playa un bosque donde te suelte como a los perros o las mareas y corras fluyas libre y me dejes temblando los ojos morados un grito atragantado una hambruna de abrazos Hoy eres represa reventada réplicas de terremoto aldeas desoladas Siento que necesitaré respiraciones profundas sesiones de terapia muchos abrazos distancias huidas errores para desescombrar la esperanza limpiarle el lodo peinarle las coletas a mi niña interior para que vuelva a ondear la bandera de la alegría sobre el desastre Bilbo, 18 y 19-8-19

Verte a ti misma llorar te deja nueva. El llanto se alarga, toses, escupes, te quedas afónica, zapateas, golpeas las cosas, revoleas el tomate frito, lanzas al suelo todo lo que encuentras en la alacena, vacías la leche y el aceite, muerdes los estropajos, vuelcas la basura y al final ya no lloras por el motivo que te hizo llorar sino de puro gusto. ¿Y cuando se te acaba el fuelle, la modorra que te entra? Ni Valium ni Trankimazin ni “hostias”: “llantoterapia” en el espejo. Hay que aprovechar el llanto cuando se presenta, así que en esas estaba yo, mirándome en la tapa de una olla de aluminio…
Cristina Morales, Lectura fácil