Nire aitari, bere mezuarengatik ez balitz oharkabean igaroko baitzen aurtengo Poesiaren Nazioarteko Eguna Alba Algarabia Bakion, 2020ko martxoaren 21ean

No sólo nos definen las guerras que peleamos el enemigo que elegimos sino también la enfermería el hogar donde curar heridas el médico que nos cose y su hilo. La poesía es la convalecencia a la que apostamos la salud.
Ana Pérez Cañamares

Catherine Hakimi
Kapitalaren bat suntsitu behar badugu, ez dadila izan erotikoa.
Alba Algarabia
Bakio, 2020.01.16

Diecinueve
Criar, acompañar, cuidar, alimentar, mimar, enseñar. Todos verbos de amor, todos relacionados con la madre. No hay en una sociedad labor más importante que esa. Eso es lo que hacen las ecuatorianas en España… Cientos de mujeres que dejaron a sus hijos y a sus padres allá, acá crían a los niños y cuidan a los abuelos.
Todo el amor de la caricia que no puede cruzar el Atlántico se queda aquí, porque por Western Union aunque se quiera no se puede mandar amor.
El pasado y el futuro de España en las manos trabajadoras de las mujeres ecuatorianas… Si hay algo más admirable en este mundo que esa labor, yo no la conozco. Y sin embargo… sí explotación, mala paga, trabajo en negro, cuasi esclavitud, menosprecio, sí, todo eso.
María Fernanda Ampuero

Directiva
Ojalá no hubiera frenado a mi mano (deseosa de tocarte) por pensar que el despertador sonaría a las 6:00

Cabina telefónica 1975
El exilio es tener un franco en el bolsillo y que el teléfono se trague la moneda y no la suelte -ni moneda, ni llamada- en el exacto momento en que nos damos cuenta de que la cabina no funciona.
Cristina Peri Rossi

Solidaridad de clase
A las personas muertas en accidentes laborales en Euskal Herria en lo que va de año, incluidos los dos trabajadores del vertedero de Zaldibar y la enfermera muerta por coronavirus
Y a Bruce LaBruce
Yo soy muy del pueblo. Voy por la vida con gran orgullo obrero, como buena nieta de la Margen Izquierda.
Por eso me conmuevo cada mañana cuando veo a los operarios trabajando en la carretera desde tan temprano.
Hay uno, en especial…
Le ha tocado la tan indigna labor de semáforo humano. Ahí está, haga el tiempo que haga, a las siete de la mañana, sujetando la señal de stop o la que toque.
Y en esta época, que hace tanto frío…
Se me ocurren varias formas de templarle las manos. Una sobre cada una de mis nalgas, calientes de esperar sentada frente al volante a qué cambie el semáforo. Los sobacos me encantan como calefactor, pero son un poco ñoños. Dada la vulneración a sus derechos laborales y a la integridad física de su persona, creo que mi entrepierna le iría mejor.
Se me cala el coche solo de pensarlo.
Demasiado a menudo, le veo discutir al walkee talkie con el semáforo humano del otro lado del tramo de carretera cortado. O podría estar insultándole al jefe. Aunque esta opción en la que se suman deseo proletario con empoderamiento me guste mucho más, no soporto verlo tan nervioso, tan enojado, antes de rayar siquiera el alba.
Fantaseo con bajarme de la furgoneta, acercarme, tirarle el walkee talkie a tomar por culo y meterle mi lengua en la boca, para después lamerle toda la cara. Y que todos los coches que esperan en la cola comiencen a pitar.
Y qué piten y piten, que yo estoy ayudando al pueblo.
Ante todo, hay que ser solidaria con el proletariado.
Alba Algarabia
Bakio, 14.01.2020

Cajera de supermercado
Has faltado a la cita y te imagino subiendo con la bici la cuesta de adoquines. No me hace falta cerrar los ojos para pensarte así. Casi oigo tu respiración ligeramente acelerada, al llegar arriba.
Tengo ganas de romper algo. De coger la caja de música, la gallina de madera y el libro aquel y estamparlos contra el suelo. Delante de ti, para romperte. Destrozar las cosas para tratar de mantenerme en pie, para no desaprovechar las pocas energías que consigo recolectar con el descanso nocturno. Te espero en el andén, dijiste. Y quiero tirar uno tras otro todos tus mensajes, quiero arrojártelos a la cara.
Detrás de los códigos de barras que paso monótonamente por el lector tú descubriste un ritmo melódico. Me viste sin importarte que no hubiera ido a la universidad y sin hacer caso a tus amigos progres, que no se atreven a criticar a los inmigrantes ni a los gitanos, pero sí a las chicas de barrio que fuimos a institutos de la periferia en los que se empezaba a fumar a los 12 y a follar a los 15.
No es culpa tuya faltar a la cita. Sabes que te voy a decir que te dejo. Conocí a otro en el trabajo. Menos refinado que tú, menos aficionado a la lectura, con menos capacidad de preguntarme cómo me siento. Pero no te dejo por él, te dejo por mí. Demasiadas clases en el insti donde sentirme humillada, demasiadas mañanas de pellas con porros y pipas en la plaza, demasiadas noches de polvos sin correrme y demasiados años viendo a mi madre agachar la cabeza para fregar, agachar la cabeza para decirme que no había dinero en casa, agachar la cabeza para dirigirse a mi padre.
Es complicado imaginarme de OTRO MODO
María González Reyes

Capitalismo
El hombre seboso y trajeado se cuela en nuestra cama cada noche después de follarse al universo viene a susurrarnos nanas su obsesión por nosotros no descansa nunca en nuestros sueños nos persigue con su disfraz de perro, de vendedor, de cura de espiga de trigo, de pistola en el bolsillo su disfraz de muerte, su disfraz de vida sé que tú le gustas con ojeras yo le pongo cachondo cuando estoy cansada me quiere flaca aunque me tienta con chucherías y a ti elegante aunque te duelan los huesos me empuja a emborracharme pero no por diversión sino para olvidar que mis horas de ocio se cierran siempre con balance negativo cuando estamos a punto de enfermar por agotamiento nos premia con unas vacaciones y nos tiende los billetes como el cazador lanza un hueso al galgo que ahorcará mañana me instiga a desear cosas que no necesito aunque él nunca tiene para mí un regalo dice que mis enemigos son aquellos que quieren lo mismo que yo porque no hay bastante nunca hay bastante para todos y nos cobra por lo que no es de nadie por el agua de lluvia por el sol y la arena por los claros del bosque y los manantiales secuestra a mi amor durante 10 horas cada día y cada día me lo devuelve más viejo con sus brazos lascivos abraza a mi hija y yo grito ¡huye! -he visto los primeros signos de rendición en su rostro inocente- pero no sé mostrarle la puerta de salida y más que mi felicidad, lo que a él le preocupa es atisbar en mi cara un rastro de consuelo que me permita llegar hasta la próxima tregua cada día me pone café en los labios para que aguante, y luego una pastilla que me aplaque los nervios para que descanse y duerma mientras él sigue haciendo conmigo lo que le viene en gana (a veces se tumba sobre mí y yo con los ojos abiertos miro al techo, y si se da cuenta me dice que ya va siendo hora de pintarlo) envenena la comida con que me alimenta me prohíbe fumar mientras engorda mi ansiedad y me quita los chupetes que podrían consolarme provoca mi llanto y después me obliga a maquillar las señales de la tristeza si me pongo rebelde, ríe paternalista cuenta que él también pasó por esa época y mi rebeldía la rebaja a moda que luce en camisetas los sábados por la mañana cuando sale a comprar los cruasanes y el periódico él me da detalle de cada asesinato, de todas las guerras de las violaciones y los golpes de estado pero tanta información me deja sorda y ya no escucho los crujidos ni los llantos en voz baja las señales del desmoronamiento y él calla que cada muerto, cada herido las mujeres violadas y los que sufren torturas todos recibieron su visita antes de convertirse en lo que son ahora se zafa de las culpas con promesas pero yo sé que una palabra suya bastará para condenarnos y si desaparece es para espiar a salvo y oculto en los bares, en los hoteles, en los baños, en las celdas tengo que darle las gracias porque ¡tú eres una mujer moderna!, grita animoso de las que habla inglés, trabaja en casa y en la oficina va al gimnasio y aparenta menos edad de la que dice el dni tienes nociones de pedagogía aunque apenas veas a tus hijos y además fuiste bendecida con una vocación para que puedas sentirte mejor que otras (y yo callo que yo no quiero ser artista si eso va a convertirme en diferente porque ya me siento lo bastante sola y no quiero competir en más carreras) si muestro debilidad, susurra, todos querrán aprovecharse (como si él dejara algo para los otros) mejor será que despliegue arrogancia (con todos menos con él) de todo me habla pero no de quién recogerá los restos del naufragio ni en qué lugar nos reuniremos los náufragos para organizarnos para hacer un fuego, compartir la comida y quitarnos el frío aunque antes hay que hacer acopio de fuerzas para no abandonarse cada uno en su rincón Un día, no sé cuándo, yo le voy a cobrar sus cadáveres, las humillaciones el secuestro de la inocencia el expolio de los sueños yo le voy a cobrar, no sé cuándo y la primera puñalada que le voy a meter va a ser por las caricias que no nos dimos por los polvos que no echamos tú y yo cada vez que se cuela en nuestra cama y nos dice que mañana, mañana, mañana mañana el despertador sonará a las 6.30 y veinte minutos más de sueño nos harán mejores soldados a su servicio Te lo juro, mi amor. Una puñalada por cada polvo que nos robó y luego ya el resto, por los presos, por los indigentes por los que dejan atrás casa y familia por el dolor que no merecemos sufrir ni ver por los campos arrasados por los animales que se hacinan por los niños que trabajan por los ojos que se cierran por el cansancio y la muerte por el tiempo que no volverá por la vida que nos robaron por la vida mi amor por la vida.
Ana Pérez Cañamares

Lecciones de (macro)economía de andar por casa (o por el mundo con mochila)
Devaluación de la moneda
La cara de Evita no vale nada fuera del país. Dentro, poco, también.
El cambio oficial está a 0,80 centavos de peso argentino por un peso uruguayo, pero en los bancos y casas de cambio de la República Oriental te dan solo la mitad. El resto se lo roban y, además, agarran los billetes casi con desprecio. Solo les falta escupirlos o limpiarse el culo con ellos.
Acá all the people se maneja en dólares. $$$
Inflación
Ayer viajé en un tren que hace poco costaba 50 pesos argentinos y hoy cuesta 500. Diez vagones, diez pasajes por el precio de uno.
Desigualdad
Ayer viajé 21h en tren por 500 pesos argentinos. El viernes crucé el Río de la Plata en tan solo 150 minutos, en barco, por 4000. El lumpen cruza La Pampa en el primero. La élite de ambas orillas navega en el segundo.
Tres lecciones básicas, muy antiguas, del subdesarrollo programado, de la orquestación neoliberal para hundir un país.
La mayoría de veces, las imponen desde fuera, para presionar al que molesta, hasta extrangularlo si no se marcha antes. La receta triunfó contra Allende y el pueblo de Chile, hoy, vanguardia del capitalismo sudamericano. Sus ríos más hermosos y caudalosos pertenecen desde hace décadas a hidroeléctricas extranjeras, como la española Endesa, pero también a empresas con bandera de naciones más “ecologistas”, de puertas para dentro. Regalos de última hora de un dictador a colonias hipócritas.
Hoy el menú es aún más sofisticado, pero asfixia igual. Venezuela, Argentina…
A esta última patria la está vendiendo desde dentro el macrismo.
Ayer en el tren, hijo de mil p**** era lo más lindo que le podían decir. Pibes, evangelistas, testigues… todes hermanades contra el diablo. Las clases populares solo desean que vuelva La Vieja, La Señora, Cristina. Yo escuchaba al pueblo y me retorcía en mi asiento.
Unes se encomiendan a las estrellas del rock o del trap, otres a Cristo, Jehová, les Kirchner, Perón. Y sin embargo, cómo no perder la fe, cómo levantarse cada mañana e ir a la fábrica, a hacer baldosas por 2000 pesos a la semana, como les compañeres de la ceramista Zanon de Newken, bajo gestión obrera. Cómo madrugar cada día para abrir la panadería y hornear el mejor chipá (buñuelo de harina de mandioca y queso) y las mejores mediaslunas rellenas de dulce de leche del planeta, por un sueldo mísero. Cómo seguir sonriéndole a esa vecina que ayer podía comprarte el pan, que ayer lograba juntar esos pesitos, pero hoy se le escurren por un agujerito, o por el socavón del ajuste neoliberal.
Cómo superar el desánimo, la impotencia de saber que el país ya fue vendido, hace más de 500 años, cuando el capitalismo colonial creó estos estados para saquearlos y seguir perfeccionando el expolio, por los siglos de los siglos, amén.
Hay quien sobrevive vendiendo lo que puede, pidiendo limosna en el subte con menor o mayor creatividad. Hay quien se organiza y sale a la calle, a impedir que retrocedan los derechos conseguidos, a demandar justicia, a denunciar la corrupción y la impunidad, a apoyar a les trabajadores. Hay quien crea y saca su arte a la calle, como les artistas del CAMO, Movimiento del Oeste.
Hay un partido, el PTS, y un Frente de Izquierda y de les Trabajadores, con sus filas llenas de gente honesta, combativa, soñadora. Porque hay que soñar para no sucumbir al desánimo, no arrancarse hasta el último pelo ante los últimos resultados electorales en las regionales del noroeste, supuesto voto útil. Elles constituyen hoy una alternativa al binarismo populista que yo, cada día más anarca, apoyo. Si tuviese papeles acá, les daría mi voto.
Este último fin de semana nos juntamos en Morón, meses después de nuestro primer encuentro, allá por noviembre, al comienzo de mi viaje.
Jamás olvidaré ese voto de confianza al aceptarme en su columna en la marcha contra el G20, sin conocerme absolutamente de nada. Los mates en el coche de Esteban, preparándonos a “las nuevas” (autodenominación) contra los gases, intercambiando apellidos, números de identidad, activando elles una red para protegerme ante una posible deportación.
Avanzando anudadas de los brazos, logramos vencer el miedo y cantar sobre el macroperativo de la yuta. Me sentí tan respaldada, tan segura, que incluso rompí la columna para ir a comprarme un bocata de salami, no fuesen los ratis a agarrarme con el estómago vacío, livianita como una pluma, como la bandera de Ongi Etorri Errefuxiatuak que ondeaba sobre mis hombros. Además, había que apoyar también a eses trabajadores ambulantes que desafiaron al toque de queda, al estado de sitio, y llenaron las calles siniestramente vacías de capital, del centro de Buenos Aires, con sus puestos de comida.
Newentu, indarra, en la lucha contra el FMI, en la batalla para que sea ley y otras tantas por librar.
El subdesarrollo está en las conciencias. La Vieja Europa también se vendió: la salud de sus trabajadores, la educación (benditas las universidades públicas y gratuitas de Argentina y Uruguay, con tantas ramas artísticas, formación profesional…; en España se inflaron las matrículas y apenitas salimos a la calle), las políticas de género, las fronteras, el transporte, la vivienda…
Nos cagaron por todos lados. Estamos en el horno, rodeades de cegates. Pero ahí seguimos, dándonos la mano en la oscuridad, despertando a les vecines. Abrazos internacionalistas y feministas, solidaridad política transatlántica.
Gracias por vuestra huella en mi camino.
Alba Algarabia
Córdoba (Argentina), 13.06.2019

Barcelona 1976
El exilio es gastarnos nuestras últimas cuatro pesetas en un billete de metro para ir a una entrevista por un empleo que después no nos darán.
Cristina Peri Rossi

Avanzáis y mi conciencia se estira hasta ser toda campo de batalla. Por tierra, mar y calles avanzáis y sé que no habrá exilio ni tregua que me libren de este cuerpo a cuerpo. Sois las decisiones del jarabe amargo del por tu bien lo hago aunque me duela: la conquista de las verdes praderas la ciencia moderna de la tortura el arte de la violación como arma la esclavitud de todos los distintos. Y ahora formáis para el paseíllo y la foto, escaláis las laderas de mis lumbares, dejándome la espalda perdida de estandartes y deshechos. Yo esgrimo un lirio del valle, el lápiz que me adorna y ordena las heridas. Blando un amor que aún sería más grande si no temiera mirar al matarife y al cordero. Avanzáis engalanados con las plumas de firmar sentencias cheques al portador y nombramientos. Aprisa reúno mis huestes de niños bautizados por multinacionales y me esfuerzo en aprender sus apodos para ser una más entre los anónimos. Tengo que perder el miedo a encontrarlos en un callejón y que me pidan cuentas. Tengo que enarbolar la rabia rebuscada en las basuras y saliros al paso con un ejército de perros rotos. Estáis aquí, detrás de mis párpados. Pensáis que me tenéis por fin rodeada. Pero aquí os traje porque esto es mío. Mi cuerpo. Mis delirios. Mis fiebres. Mis abuelos. Mis amantes. Mis hamacas. Tengo un nosotros que oponeros. La historia alternativa, la no dicha. Son otras nuestras sumas y oraciones. Tenemos portaaviones de papel. Ardemos como azules zeppelines. Yo no soy sólo yo. Os he engañado.
Ana Pérez Cañamares
A Ana Pérez Cañamares
Donald Trump ha llegado a la Casa Blanca y las bolsas de valores mundiales, en Tokio y en Berlín, han temblado. Ha temblado mi cuerpo, que no cotiza en Bolsa pero ingiere cada día alimentos que cotizaron en Bolsa antes incluso de ser sembrados. Habrán temblado también los cuerpos de los negros a los que menosprecia. Deberían haber temblado también los cuerpos de las mujeres de las que abusa; también los de los pobres que seguirán durmiendo en caravanas y muriendo sin asistencia médica y por último, temblarán los migrantes que a bordo de La Bestia solo desean trabajar como bestias para construir ese país de bestias hasta convertirse en una bestia más que dará su voto a bestias como Trump.
Alba Algarabia
Bilbo, 10.11.2016

Trabajadora de la limpieza
Son basuras fáciles de limpiar en las que, incluso, se puede curiosear sin miedo a mancharte las manos. Papeles. Botellas de plástico. Algún chicle si acaso. Le pagan siempre a tiempo pero poco. Demasiado poco. En realidad sin ella (sin ellas) esas oficinas no podrían funcionar. No se puede trabajar en un lugar sucio en que se acumula el polvo y basura (por más que no huela). Ella es imprescindible para que la empresa funcione. Su trabajo es imprescindible. Pero nadie la ve, ni a ella ni a su trabajo. Es invisible.
María González Reyes
Divisa
A l’atzar agraeixo tres dons: haver nascut dona,
de classe baixa i nació oprimida.
I el tèrbol atzur de ser tres voltes rebel.
Al azar agradezco tres dones: haber nacido mujer, de clase baja y nación oprimida. Y el turbio azul de ser por tres veces rebelde.
Maria-Mercè Marçal
Rentabilidad
Dícese de la capacidad de extraer dos relatos y tres poemas eróticos de un solo polvo.
Alba Algarabia
Bakio, 15.12.2019

One thought on “Antología colectiva de poemas contra el capital”