A Mariasun Landa
Y a Cortazar, por supuesto
En primer lugar, tiene usted que saber andar en bicicleta. Y si no sabe, siempre puede hacerlo en una con ruedines. En segundo lugar, se recomienda transitar por ciclovías, pues con el humo de los coches los mocos pueden tomar un color oscuro algo preocupante.
Antes de montarse en su bicicleta, no olvide colocar el pañuelo en un lugar accesible: bolsillo lateral de la mochila, bolsillo del pantalón… Si optó usted por el pañuelo de tela con sus iniciales bordadas, recuerdo de su abuela, conviene coserlo al bolsillo correspondiente para que no se le pierda en el trance. No se olvide de calcular bien la extensión de la cuerda, para que no se quede a medio camino entre el bolsillo y su nariz.
Cuando le empiece a picar la naricilla, señal de que viene un estornudo, o la note húmeda por la proximidad de los mocos, suelte un brazo del manillar y saque el pañuelo con prisa pero sin atropello. Previamente, asegúrese de que la vía está despejada. A menudo el viento producido por la moción hace que el pañuelo nos cubra la cara y dificulte la visión, pudiendo llevarnos por delante a uno de esos peatones desconsiderados, a menudo de avanzada edad y con perro, que ocupan las ciclovías.
Una vez despejada la nariz, puede guardar el pañuelo ―agradecerá el consejillo de la cuerda― y silbar hasta llegar a destino.
Donostia, 28 de agosto de 2015
(Escrito durante el curso de verano “Cuanto menos, más. Cómo leer, analizar y escribir microrrelatos” impartido por Mariasun Landa.)
